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La fábula del año del ganso, de la advertencia del tigre y del zángano.

En la colaboración anterior me referí al simbolismo que la tradición le ha otorgado al ganso y lo articulé al liderazgo presidencial. Perseverancia y defensa de su grupo.

Del tigre usted sabe que en este cambio de régimen la mayoría del pueblo se percató de que se pusieron en marcha diversos operativos, desde el gobierno anterior y todos sus aliados para frenar la avalancha de simpatías a la trayectoria y a la propuesta obradorista a la presidencia. Fue la gente la que se puso a sí misma el símbolo del tigre para simbolizar varios aspectos temibles del gran felino. ¿Cuáles? Para hablar claro, la advertencia de la violencia social, la insurrección popular en caso de que se consumara un fraude. No vino al caso, la votación aplastó al proyecto neoliberal. El tigre es veleidoso e imprevisible, letal sólo cuando decide serlo y cariñoso cuando está en temple afectivo, en confianza para decirlo mejor. El tigre está ahí, sigue ahí, expectante, observador, inmanejable, voluntarioso. El pueblo está ahí, vigilante, consciente de sus depredadores, sobrio y sabio. Ya hemos visto como otros tigres se han despertado en otros países y está dando sus zarpazos a los depredadores neoliberales. Incluso en Francia vemos la dimensión de la protesta social contundente. Toda esta fiebre del tigre es también una advertencia a los regímenes, sean del discurso que sean que ya no pueden abusar, ya no pueden ser tan campantemente corruptos ni desatentos con las legítimas demandas sociales. Aclaro que el tigre no es la fuerza militar, ese es otro tema.

Y está el zángano, no el real que ese tiene su función natural sino el de las fábulas, el zángano parásito que vive abusivamente del trabajo de los demás y que contempla a las abejas obreras trabajar incansablemente mientras él con cinismo presume de su ingrata presencia. Esa es la derecha zángana, la que pretende regresar al régimen parasitario. Como no les bastaba ser dueños de empresas que además explotaban a sus trabajadores, mamaban del presupuesto federal y de las adjudicaciones que se les otorgaba del presupuesto a cambio de suculentas mordidas. Así los zánganos políticos que no les alcanzaba con su sueldo, parasitaban de lo moches de los empresarios. Todo un circuito parásito. Esa es la derecha zángana, la que ahora marcha, sí legítimamente, a reclamarle al paso del ganso, que por cierto, lleva un año. Esa es precisamente la corrupción

Y regresando al ganso, al tigre y al zángano, hablando de la celebración que se dio en el zócalo de la ciudad, el presidente emitió varios mensajes importantes que deja ver que la transición tiene sus tiempos, sus exigencias, su cocción, sus zánganos y su tigre.

“En un año más crearemos las bases de la nueva patria”. “Durante 2020 se consolidarán los cambios emprendidos por el nuevo gobierno, los cuales garantizarán la transformación del país al punto de que cuando cumplamos dos años de acciones los conservadores ya no podrán revertirlos”. 

Porqué estas peticiones. Porque construir es más difícil que destruir, porque levantar instituciones, desplazar de la legislación, sancionar y contener la corrupción, requiere un cultivo, un tiempo de siembra, de riego, de cooperación sustantiva, de una convergencia de energías que se convenzan de participar colectivamente en favor de todos y no sólo de sí mismos. También de un cambio de mentalidad y si ese cambio de mentalidad no se da en gobierno, entonces se retiran las personas cuya mente tiene el empeño parásito de trabajar para seguir corrompiendo a la vida pública.

Con un presupuesto anual no se puede cambiar un régimen, no se puede trastornar una inmensa máquina corrupta con un arranque de gobierno. La derecha tiene la única estrategia de calentar cabezas, de que en un año se pueden revertir procesos. No. Esa es una muestra de que no se entiende un proceso social. En un tiempo inéditamente corto se están construyendo las condiciones, se cultivan las condiciones para que los programas sociales tiendan sus raíces, en la gente, en el campo, en el impacto social proyectado.

¿Dos años para consolidar los cambios? Cierto, ya hay señales propicias, buenos augurios de que se está recapacitando. Los empresarios, muchos y de los más importantes, seguramente convencidos porque dejar de ser parásitos es la mejor conducta empresarial, ya están invirtiendo masivamente en alianza con el gobierno. Esta doble bofetada a los conservadores es importantísima porque AMLO está cambiando conductas empresariales de la ganancia legal. Cada quien que gane lo que debe de ganar sin parasitismo y también a quien apelan a un supuesto cambio ideológico, le s muestra que se puede hacer economía, nada más que una economía moral. La historia nos muestra que los cambios profundos requieren décadas, pero en México se ha descubierto un nuevo concepto de velocidad de gobierno. Se sigue empujando al elefante reumático, otro animal de fábula, se van instalando las estructuras de combate a la corrupción. Ya caerán aquellos que creen que no están siendo visibles. Algunas instituciones siguen resistiendo el embate de la limpieza. Y la naturaleza está dando signos de su generosidad. Se descubren yacimientos de litio y petróleo, se siguen sumando empresas internacionales, y empresarios mexicanos. Tienen que entender que la vida parasitaria, de zánganos se está acabando. Falta picar a varios zánganos para que vivan de su trabajo y no de una simbiosis que ya no existe. Mientras tanto el paso del ganso se afirma y el tigre trabaja, siempre a la expectativa.

"La tierra arada y la semilla, el agua y el viento de la transformación será un pueblo distinto." Octavio Almada 


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